“El feminismo como poética del cuerpo y política de la letra es estado de convulsión, vértigo de pregunta, desacomodamiento de la facilidad. Un susurro ético y un desvío temporal, espacial y sensitivo en una microficción disonante de la civilización.”
Val Flores, escritora de Deslenguada y Chongitas, fusiona ensayo y poesía en su último libro publicado por Hekht: Una lengua cosida de relámpagos. Una práctica del nombrar que arrastra a través de setenta páginas, en un acto de pensar la lengua diciendo. ¿Cómo habitar un lenguaje aprendido de memoria, regido por normas reguladoras de la experiencia?
“El lenguaje no es una zona de conciliación ni reposo ni armonía” escribe Val Flores. A partir de esta idea, la lengua se tuerce hasta el extremo. Con una impronta política que no se esconde, porque lo personal siempre es político, la reflexión acerca de las posibilidades de corte y costura de la palabra encarna en una prosa poéticamente desgarradora. Soñar nuevas identidades está al alcance de nuevas formulaciones de lo nombrado. El deseo se presenta como motor de una lengua que se calienta con los límites de la heteronormatividad, y los atraviesa alcanzando el éxtasis.
Por momentos la escritura de Flores se vuelve repetitiva, agotadora. Es el mismo acto de ensayo el cual se deja ver sin tapujos. En los fragmentos que incorpora en negrita a lo largo de toda la página la poesía emerge como salvadora de incomprensiones. La palabra se atiende permitiendo ese espacio bélico, donde lo que se dice y lo que no se dice crea experiencia, abriendo escapes a la norma y lo cómodo.
La pregunta es una de las herramientas que la autora explora, sin agotarla, en una búsqueda de “sabotaje epistémico”. No solo interpela al lenguaje, sino también a las instituciones que se encuentran en la base de la construcción de una lengua común. Invita a dialogar con las prácticas costumbristas que encierran el decir en sus márgenes facilistas, para cuestionar la representatividad que logran. ¿Para quién hablamos? ¿A quienes dejamos fuera de nuestra lengua? La institución educativa tiene un lugar de responsabilidad indiscutida en este proceso de desarticulación de la palabra como maquinaria represiva. Frente a la falta de respuesta, seguir preguntando.
Leer a Val Flores es caer por un agujero que nunca revela fondo. Permitirse atravesar sus reflexiones es encontrar una voz blasfema, que no procura un discurso educativo, sino que abre una puerta a otra mirada sobre el lenguaje. Poesía y ensayo se mezclan en una escritura que revela sus ideas en la acción.
Por Julieta Henrique
Arte por Van Arce