Entrevista a Gabriela Cabezón Cámara: “Están rifando la vida de las próximas generaciones”

Ante la situación que surge respecto del cambio climático, muchos países se han dedicado a establecer diferentes metas a corto, mediano y largo plazo no solo para mitigarlo, sino también generar cambios desde la infraestructura y que los medios que se utilizaban hasta ahora sean reemplazados por otras fuentes de energía renovables. Pero esto parecería no ocurrir en Argentina, donde la Ley de Humedales continúa pateándose mes tras mes, sin recibir la suficiente atención jurídica y mediática. 

Por ese motivo, nos reunimos con la escritora y activista medioambiental Gabriela Cabezón Cámara, que desde sus redes convoca de manera constante a la ciudadanía a actuar y tomar conciencia.

¿Cómo surge la junta de firmas por la Ley de Humedales?

La ley tiene estado parlamentario este año: si no presionamos, los pierden, porque los partidos mayoritarios -que para esto tienen poca grieta-, la recontra mil cajonearon. Cajonearon la ley a cuatro comisiones para ralentizarla. Eso hacen nuestros representantes. 

¿Y de ahí como surge la idea de las firmas?

Supongo que lo organizó la multisectorial humedales, que son los que están motorizando todo esto con más fuerza. Yo lo vi salir de ahí, pero no estuve.

¿Qué crees que cambió desde la nota que escribiste el año pasado en el medio Infobae hasta ahora?

Absolutamente nada. Los incendios del año pasado fueron feroces, horribles. Ahora también estaba todo incendiado, pero hay una tregua. Después, cuando se vaya la tormenta, van a empezar otra vez con la quema de pastizales y va a estar todo incendiado de vuelta. Nadie hace nada y tampoco hay sanciones para cuando queman bosques nativos.

Además, la ley ya está cajoneada y si no activamos cierra el estado parlamentario, si no salimos a la calle a hacer un quilombo bárbaro, no va a pasar nada… Es como la ley del aborto: toca intereses muy fuertes. Por ejemplo, están los yacimientos de litio, para que te des una idea. Si vos querés luchar por una agricultura no arenosa, tenés que enfrentarte a los ruralistas y a las corporaciones de estos tipos de productos. Monsanto es una, ponele. Con los humedales tenés enfrente a esta gente, a los ruralistas, a las empresas, a las mineras, a los lobbies inmobiliarios: es un monstruo de mil cabezas poderosísimo. 

Si no salimos a la calle, si no presionamos a lo loco, esto va a seguir así.

En los últimos dos años te fuiste a vivir más al campo y empezaste a hacer un activismo por el medio ambiente muy intenso… ¿Cómo fue ese cambio? 

Siempre me gustó y me interesó, pero ahora es más urgente. Te voy a dar un ejemplo: donde yo vivo no se puede tomar agua de la canilla porque está super contaminada por agrotóxicos, entre otros afluentes tóxicos mal tratados o cloacas mal hechas. Y yo me pregunto: si la mayor parte de las personas que viven en el pueblo son trabajadoras -pero viste que ser trabajador ahora no garantiza ni siquiera que cobra la canasta básica de alimentos porque los salarios son los más bajos en décadas-, ¿cómo se compran un agua mineral mis vecinos? No pueden: toman veneno.

¿Y esto pasa en cuantos kilómetros de la capital federal?

A 50 kilómetros. Nada. Esta contaminado el Acuífero del Puelche. Es una cosa muy seria lo que está pasando. Lo más loco es que los mapas de la contaminación y de la pobreza

siempre coinciden; y esto se va extremando. De todas maneras, no hay que salir de la Capital Federal para darte cuenta de eso. ¿En dónde se respira plomo? ¿Y los chicos que tienen leucemia? ¿En Recoleta o en Fiorito? ¿En Almagro o en todos los barrios que quedan al lado del Riachuelo? 

Lo de los incendios es una cosa tremenda: se prendió fuego medio mundo. Acá el año pasado quemaron 500.000 hectáreas del Delta de Paraná, pasaron los incendios en Córdoba, los incendios en la Patagonia, los incendios en Australia antes de la pandemia, los incendios en Siberia o los incendios ahora en el oeste de Estados Unidos, que son feroces… Tengo una amiga que vive en San Francisco y me decía “No podemos respirar”. 

A eso le sumamos que el agua empezó a cotizar en bolsa. Todas las actividades extractivistas, tanto la ganadería industrial, la agricultura industrial, la minería o la extracción de petróleo, son cosas que se hacen con un costo altísimo en agua, tanto por el consumo como por el envenenamiento. Y todo eso medio que se regala. Las leyes mineras de Argentina son de Menem y ni los gobiernos progresistas de las últimas dos décadas ni los gobiernos de derecha rancias -que tuvimos uno- cambiaron esa ley. 

Acá lo más grave es que los progresistas tampoco la cambiaron. Yo no espero que el gobierno de Macri me cambie la ley de minería de Menem, pero Cristina no la cambió, Néstor no la cambió y Alberto no la va a cambiar ni en pedo. La única manera de que la cambien es presionar, presionar y presionar. Están rifando la vida de las próximas generaciones.

Hace poco salió un informe de UNICEF que declaró que mil millones (1.000.000.000, lo ponemos en cifras para que se tome dimensión) de niñas y niños están sufriendo las consecuencias bestiales del cambio climático. Mil millones. Un billón de menores. Es un desastre.  Y esto para no hablar de todas las otras formas de vida del planeta, cuyas vidas se han convertido en un infierno y que tienen el mismo derecho a vivir que nosotros. Lo que pasó en Nordelta hace poco con los carpinchos es un gran ejemplo también de la guerra de clases, porque Nordelta se hace destrozando un humedal, elevando los terrenos. Toda la gente que vive alrededor de Nordelta sufre el cuádruple de inundaciones. Digo: no solo destrozan la vida silvestre, sino también la vida de todas las clases trabajadoras. Todo tiene que ver con la guerra de clases. 

Y si lo querés pensar desde el feminismo, cuando los cedimientos se encarecen muchísimo por las sequías, los incendios y las inundaciones, ¿quién deja de comer para darle a los nenes? ¿A quién se tira primero del barco si hay poco lugar? Es una cosa muy compleja y que es perfecta con todas las otras desigualdades. De hecho, las consecuencias más serias del cambio climático, en general las están teniendo los pueblos. 

En África ni siquiera tienen agua… La gente no tiene agua para tomar. Acá, cuando empezó este último gobierno, antes de la pandemia, leíamos que se morían nenes wichis, dos o tres por semana, como si fuesen mosquitos. A nadie le voló el amperímetro, nadie fue a la plaza a hacer quilombo. Pero no pasa nada no porque los wichis sean pelotudos, sino porque les talaron el monte, les cortaron el río y los dejaron sin nada. Es como si, no sé, ahora viniera una invasión extraterrestre, nos cortara el agua, nos tirara una porquería en el aire y muriéramos desnutridos. 

Tenemos que entender que la vida en la tierra es una sola, es una red completamente interconectada. Somos una manifestación muy poderosa de esa vida, pero no somos la única y no podemos vivir sin todo el resto de la vida del planeta. La vida es la vida del planeta, no la nuestra.

Nosotres somos les encargades de destruir y también quienes tenemos la

capacidad de revertir esta situación…

Sí… No sé qué va a pasar después, por ahí viste los hongos son unos bichitos

consistentes, quizás empieza todo otra vez. Pero nosotros fuimos, eso seguro.lala

¿Cómo crees que se puede fomentar que el futuro sea sin humo?

Presionando para que haya transición energética, para que se acabe el extractivismo. Es una lucha enorme. Creo es de la misma envergadura que la lucha por la ley de aborto, mayor todavía porque es cambiar el sistema. Y es que el que no se está pudiendo reinventar es el capitalismo: encontró su límite. El problema es que el límite del capitalismo es el de la vida si no nos ponemos las pilas.

Hay propuestas con las que ellos vienen, que dicen, por ejemplo, que no van a haber más autos a nafta, que vamos a usar litio. Pero no va a alcanzar el litio porque van a hacer todo mierda cuando lo extraigan. No hay planeta que tenga el litio necesario para que todos tengamos un auto. Lo que hay que hacer es una red de transporte público que sea impresionante, lo que hay que hacer es no pagar la deuda externa. En eso sí le doy la derecha a la propuesta de Alberto Fernández de decir “bueno no, que se pague menos, nosotros

contaminamos menos”, y que hagamos una infraestructura espectacular para que se deba tener un auto para hacer 50 kilómetros en Buenos Aires. Que haya trenes, bondis en

todos lados y así, pensando más en lo colectivo.

¿Qué pasa si no sale esta ley?

Va a pasar que cada vez vamos a tener que hacer más quilombo, todo el que podamos. Tenemos que salir a la calle, ser muchísimos y obligarlos a que saquen la ley. Y después, parte dos, a que la cumplan, porque ya hay leyes de protección ambiental y no le dan ni bola en líneas generales. Se tiene que hacer una movilización popular enorme.


Por Lala Sosa

Arte: Matilde Néspolo