Tenés derecho a permanecer gorda de Virgie Tovar empieza sin vueltas, va directo al grano: la cultura de la dieta es el mayor acto de gordofobia que, por lo general, toda la sociedad confunde con una actitud de bienestar y amor propio. Muy conocida es la situación en la que si adelgazas más de una persona va a hacer un comentario sobre lo bien que te ves, como si el tener un cuerpo flaco fuera lo bueno y todo lo que no entra en ese estrecho parámetro, fuera lo malo.
Virgie Tovar es una feminista gorda, con un master en Estudios sobre sexualidad, que se interesa por la discriminación relacionada al peso y a la imagen corporal. Tovar cuenta, sin perder la ironía, cómo fue el principio de lo que serían casi veinte años obsesionada con las dietas, haciendo cosas imposibles para bajar de peso y creyendo que el problema era de ella. Narra el momento en que, siendo una nena, recibió el primer comentario sobre su cuerpo: describe cómo fue pasar de ser una niña libre y sin preocupaciones por cómo se veía su cuerpo a, de a poco, ir perdiendo espontaneidad y autoestima.
Los distintos capítulos van desde cómo la gordofobia es un problema que muchas veces ni siquiera reconocemos de tan presente que está, hasta cómo funciona la sexualidad en las relaciones heterosexuales cuando sos gorda, sin dejar de pensar la cuestión de la clase y el color de piel relacionados a un cuerpo gordo. En cada una de las escenas que Tovar cuenta de su vida personal va hilando distintas reflexiones, pero la más significativa es que el problema de la gordofobia nunca es individual: nunca sentirse mal con el cuerpo, sentir que no nos merecemos ser felices o tener novio o ser cool o comer un buen plato de pastas es culpa de une. La activista remarca que el problema es global y estructural, que la culpa es una de las armas de la cultura de la dieta para mantenernos adoctrinadas. El cambio social y cómo salir de este círculo tóxico de dietas, amor propio y bienestar, dice Tovar, sí empieza por une. Sí es desde lo individual, pero no necesariamente porque se esté sole. Ella misma, hacia el final del libro, narra cómo sucedió ese primer encuentro de activismo gordo que le cambió la vida para siempre. Las redes de contención con otras feministas, los activismos, los libros, cada espacio de colectividad en el que una pueda contar qué la hace sentir mal es una forma de exponer por qué la gordofobia no es algo individual: porque es algo que sufrimos todes. No solo las personas gordas, aunque sí más que las demás; la gente hegemónica, las preocupadas por entrar en un talle 36, las obsesionadas con la balanza o las que se miden con la comida, todas ellas, todes elles, sufren la gordofobia, aunque ni siquiera se den cuenta.
Tenés derecho a permanecer gorda cuenta la historia de una mujer que casi llega a destruirse la vida y la autoestima en busca de un cuerpo que la sociedad en sus distintos ambientes ––familiares, académicos, amorosos–– se empeñó por hacerle creer que ser gorda estaba mal. Y que si estaba gorda era un problema suyo que debía solucionar. Este libro ayuda a desnaturalizar los mecanismos que operan para hacernos responsables hasta de nuestro cuerpo. Nos muestra que hay un mundo posible más allá de las dietas, la obsesión por la flacura; y, sobre todo, que podemos elegir permanecer gordas.
Por Camila Miranda De Marzi
Arte: Van arce