La fiebre es una obra de teatro protagonizada por Julieta Zylberberg y dirigida por Mariana Chaud. En escena solo aparece Azucena, una mujer joven en pleno brote que interrumpe la sala en silencio para abrirse una cerveza. Por momentos parece darse cuenta del estado oscilante de su narrativa, pero en la mayoría de la obra permanece en un hilo de ideas y anécdotas que muestran el frenesí que atraviesa su mente. El público observa. La acompaña en las distintas escenas que presenta con su tono irreverente e irónico: el tío con el que vive y la maltrata, sus amigues que ya no soportan su actitud dispersa y constante necesidad de atención, una supuesta hija que entra y sale de su vida. Lxs espectadores estan ahí, no hay juicio ni línea moralizante que se desprenda de este personaje, salvo la mirada sobre ella que se siente, aún cuando no hay más personajes a su alrededor. Ella reconoce el defasaje entre lo que ella entiende como vida, y lo que su círculo espera de ella.
Se construyen situaciones particulares de la vida de la protagonista a partir de su palabra. Zylberberg se destaca en una interpretación que emociona, hace reír, nos lleva por una montaña rusa oxidada, la misma estética que presenta la escenografía y las cambiantes luces de colores sobre su piel cargada de maquillaje corrido. Por momentos con una lucidez extrema, por otros al borde del abismo de la locura, Azucena nos hace una visita guiada por sus miedos, deseos y pensamientos. Nos lleva, sin venda, por todos los rincones de su vida.
Junto a Fiebre, la tortuga que lleva guardada en la cartera, único ser que Azucena parece realmente querer, mantiene una conversación intermitente que confunde al espectador, pero también muestra la ternura y la necesidad de un otro que la protagonista busca: una sensación de hogar, seguridad, confianza. Frente a una ausencia terrible que la consume, Azucena se lanza a deambular por la ciudad. Busca desenfrenadamente algo que no conoce. Es emocionante la interpretación de Zylberberg: logra encarnar la soledad sin tabúes ni tapujos. El deseo la consume, pero nunca logra alcanzar la satisfacción que anhela.
La obra está todos los miércoles en el Metropolitan Sura, AV. Corrientes 1343.
Por Julieta Henrique y Camila Miranda De Marzi
Arte: Matilde Néspolo